jueves, 11 de marzo de 2010

mitos y leyendas sobre la extasis

Las fiestas electrónicas, como la "Love Parade" berlinesa, partieron asociadas el éxtasis y otros alucinógenos. Términos como hipnosis, trance y el propio "ecstasy" suelen aparecer en material gráfico alusivo a las
(Foto: Copesa)


La doctora Ana María Villarino, del Conace, se encargó de desmitificar la relación entre XTC y sexo. Estudios de la Sociedad de Psiquiatría de Estados Unidos son coincidentes: La droga puede aumentar el deseo, pero retarda la erección y produce anorgasmia.
(Foto: Humberto Peragallo)


Este afiche cuelga en las reparticiones de Aduanas para identificar los diferentes modelos de MDMA.
(Foto: Copesa)


"De pronto una grata sensación calórica recorre el cuerpo. Como subido sobre un peldaño que flota a centímetros de suelo, la paz, nunca antes sentida de manera tan embriagadora, te concilia e impulsa a sentir afecto y las presiones del ajetreo diario se diluyen en la más abierta felicidad, mientras los sonidos, texturas, colores y sabores se perciben como experiencias únicas".
¿Parece un encantamiento, no es así? ¿La extracción de una novela de autoayuda o el relato de un viaje chamanístico de un indio yaqui?

Aunque no existe consenso en si efectivamente la exaltación de los sentidos colabora para alcanzar estados hipnóticos capaces de mirar bajo el agua, lo científicamente claro es que dichos efectos corresponden a la liberación artificial de un neurotransmisor llamado serotonina, que es el responsable de equilibrar nuestros estados de ánimo y de regular la temperatura.

La serotonina no es un bebida ni se compra en las farmacias. Millones de personas en Estados Unidos y otras miles en Chile manipulan sus niveles con el antidepresivo Prozac (fluoxetina), que se limita a evitar que la serotonina que ha sido secretada en forma natural vuelva a ser absorbida por las células cerebrales.

Pero hay otra forma más efectiva de encontrarse con ella: El "éxtasis", XTC, "i" o MDMA.

Este derivado de la metanfetamina se distribuye hoy ilícitamente en todo el planeta, con audaces modelos como Snoopy, Play Boy, la Ying-Yang o Superman, entre otros ganchos publicitarios, con la promesa de encontrar la "válvula del amor", "la felicidad instantánea", " el paraíso químico".


Mitos
Los primeras cuentos sobre esta droga, que en Gringolandia ya es considerada epidemia, se inician con la rotulación de "drogas de diseño", que son creadas en laboratorios de química básica.
Según un especialista de Facultad de Química y Farmacia de la Universidad de Chile, que durante algún tiempo se dejó encantar por las maravillas sensoriales del éxtasis y que sólo conoceremos como Hugo XC, no se trata de sustancias nuevas y que en realidad el concepto de "diseño" es semánticamente incorrecto, pues otorga una falsa impresión de modernidad, cuando en verdad se trata de una sustancia (metilendioximetanfetamina o MDMA) que fue patentada por la firma alemana Merck en 1914, como un antianorexígeno, que no dio los resultados esperados.

La sicóloga Ana María Villarino, jefa de la Unidad de Tratamiento del Conace Metropolitano, explicó que aunque en Chile la droga no se encuentra masificada, ya que, según el Quinto Estudio de Prevalencia de Drogas, sólo 10 personas de 16.500 admitieron haberla consumido alguna vez, su carácter de falsa felicidad es lo que más atrae a los consumidores, principalmente porque produce una seudo empatía con la gente, al desarrollar habilidades no habituales de comunicación.

"Es parecido al efecto de la anfetamina: El organismo se pone alerta, se produce una estimulación sensorial, particularmente con el sonido y causa inhibición. Las personas sienten bienestar, debido a que estimula el sistema nervioso central", explicó la sicóloga.

El mito, según Villarino, es que se piensa que la felicidad está contenida en la pastilla que generalmente no pesa más de 350 miligramos, pero la verdad es que el sentimiento de goce radica en la utilización al límite de las reservas naturales de serotonina, al término del cual sobreviene una profunda depresión y cansancio que no tiene que ver con el estado de ánimo, sino con el vaciado artificial del neurotransmisor. De hecho, el consumo sistemático puede llevar a depresiones crónicas, sin vuelta atrás.


No estimula el sexo
Comúnmente y debido a que al éxtasis también se le llama "la droga del amor", se piensa que el consumo de MDMA ayuda a la potenciación sexual, efecto nada más lejos de lo real, ya que precisamente la sustancia provoca el efecto contrario.
"Ése es otro de los mitos más absurdos. Tampoco se trata de decir que el éxtasis causa impotencia, sino que lo que hace es desestimular el deseo sexual, inhibe la libido", explicó la especialista.

La confusión, que llevó a muchos a comparar el éxtasis con el viagra, se debe a que la sensación de felicidad ha llevado a veces a los consumidores a desinhibirse a tal punto, que terminan en fiestas donde andan todos en pelotas, aumentando con ello el riesgo de promiscuidad y el contagio de enfermedades sexuales. "Pero no existe droga que ayude al sexo", enfatiza.


Al ritmo electrónico
Los últimos estudios sobre esta droga han identificado al menos tres patrones de consumo. El primero, como agente coadyuvante en algunas sicoterapias, como las relacionadas a la carencia de sociabilidad y falta de estímulos para generar habla; el segundo, como patrón lúdico, con sus primeras expresiones en Europa, en 1988, con los movimientos acid house y techno trance, y Detroit, Estados Unidos, cuna de la nueva electrónica; y el tercero, también en Yanquilandia, relacionado con la corriente New Age, cuyos seguidores evitan el consumo de otras drogas.
En Chile la primera expresión se ubica a principios de los '90, con las famosas fiestas llamadas "Barracudas", donde la música electrónica esconde como telón de fondo un sonido que pretende imitar los latidos del corazón y que provoca un ambiente de euforia, escasamente soportable sin ese elemento de estimulación.

Cerca de esa misma fecha, en Santiago se formó una cofradía llamada los "baguanes", en homenaje a un grupo de brujos, parecidos a los chamanes, pero que provienen de la tradición religiosa africana, actualmente mezclada con el sincretismo Orisha, procedente en su mayoría de Brasil y Cuba.

Los baguanes, a diferencia de los auténticos, eran "hijitos de su papá" que absorbieron rápidamente las corrientes esotéricas inspiradas en los chacras y la medicina natural. El espíritu de transparencia de este grupo, que se asentó en Santiago y el Valle del Elqui, dio origen, posteriormente, a una sociedad de tolerancia hacia el consumo del éxtasis, que luego se desintegró, debido a múltiples excesos. Hablar hoy en día de ellos es como hablar de una secta hermética.


Consecuencias fatales
El debate sobre los peligros del éxtasis se ha prolongado durante muchos años, pero, en teoría, los riesgos del MDMA derivan de las mismas reacciones neuroquímicas que causan sus efectos placenteros.
Normalmente, los niveles de serotonina se mantienen con extraordinaria precisión, lo que es fundamental, porque esta sustancia no sólo ayuda a controlar el estado de ánimo, sino la temperatura corporal. De hecho, el mayor peligro a corto plazo del éxtasis es la hipertermia o sobrecalentamiento corporal.

Al inundar el cuerpo con serotonina, especialmente al tomar varias píldoras durante una sola noche, el organismo puede perder la capacidad para controlar su temperatura, situación enormemente conflictiva para los consumidores de MDMA, ya que un gran número de ellos suele bailar mucho en ambientes cerrados, provocando una seria deshidratación.

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